APORTACIONES AL FUNCIONALISMO
William James: Para James, la verdad del conocimiento se
confirma con dos conceptos básicos: el de función, entendida como la utilidad
que una característica constitucional brinda a su portador, en especial la
supervivencia para los seres vivos; y la adaptación, entendida como el éxito
con que se logra una función determinada. Así, cualquier objeto de estudio,
como los procesos psicológicos y la conciencia tienen que ser explicados en
términos de función (¿para qué sirve?) y de adaptación (¿cuán bien cumple su
función?). De esta forma su posición es teleologista: el criterio explicativo
es la finalidad, el propósito, no las determinaciones. Esta posición se
identifica como empirismo radical: utilizar el dato empírico para construir la
ciencia, pero en su valor funcional, lo que no excluye la reflexión metafísica
como especulación necesaria.
El objeto de estudio de la Psicología son los
estados transitorios de la conciencia. La conciencia no es una sucesión
discontinua de momentos estables identificados con las vivencias inmediatas,
sino que constituye un flujo continuo, una corriente en la cual algunos momentos
aparecen claros y diferenciables, y otros aparecen más oscuros y débiles.
Harvey Carr: Como representante del Funcionalismo, pensaba
que éste era una continuación y modificación del asociacionismo y que la
adaptación al ambiente era su idea principal. Pensaba que los procesos adaptativos
son respuestas del organismo ante situaciones sensoriales que provocan una
respuesta; estas respuestas son las que satisfacen las demandas que nos deparan
estas situaciones. Este proceso completa el acto de adaptación. Estos procesos
de adaptación son mecanismos de resolución de problemas, que cada individuo
soluciona de una forma acorde con sus capacidades, sus posibilidades y el
ambiente.
John Dewey:
Pretendía
formular sobre nuevas bases una propuesta pedagógica en oposición a la escuela
tradicional y antigua. Pensaba que la nueva educación tenía que superar a la
tradición no sólo en los fundamentos del discurso, sino también en la propia
práctica. Sin embargo, no existe un método Dewey para ser aplicado. Cuando él
habla del método, lo hace desde lo abstracto, piensa que no existen métodos
"cerrados y envasados". Dewey estima que la praxis educativa implica
un manejo inteligente de los asuntos, y esto supone una apertura a la
deliberación del educador en relación con su concreta situación educativa y con
las consecuencias que se pueden derivar de los diferentes cursos de acción.
Dewey
distingue entre un método general y otro individual. El primero supone una
acción inteligente dirigida por fines, en cambio, el método individual se
refiere a la actuación singular de educador y educando.
La propuesta
metodológica de Dewey consta de cinco fases:
- Consideración de alguna experiencia actual y real del niño.
- Identificación de algún problema o dificultad suscitados a partir de esa experiencia.
- Inspección de datos disponibles, así como búsqueda de soluciones viables.
- Formulación de la hipótesis de solución.
- Comprobación de la hipótesis por la acción.
Dewey mostró
un sentido práctico para planificar y desarrollar un currículum integrado de
las ocupaciones (actividades funciones ligadas al medio del niño), incluyendo
previsiones de desarrollo del programa en ciclos temporales cortos.
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